Concluí de releer la biografía del ex jefe montonero devenido en agente de la CIA y amigo intimo de Corcho Rodriguez escrita por Marcelo Larraquy y Roberto Caballero. La verdad que es muy completa y se las recomiendo. Como dice el gran Enrique Symns, cuando el viaje hacia la concreción de los ideales fracasa el individuo cae detrás de sí mismo. Por eso el guerrillero se vuelve empresario o banquero, la prostituta más promiscua en ama de casa y el dealer en Testigo de Jehová. Galimberti es un ejemplo claro de ese principio. Les dejo un pequeño fragmento donde los autores cuentan una de las entrevistas con "El Loco".
Empezó a recordar con ternura sus años de combate. Le preguntamos que le diría a sus compañeros de ayer. Miró el grabador: "Queridos compañeros... que estuvieron en la Columna Norte (de Montoneros) entre 1974 y 1977: sería un aporte valioso para la historia dar testimonio de la lucha que libramos, más allá de las diferencias que mantenemos hoy. Firmado, Rodolfo Galimberti", dijo.
Después aseguró que la alianza con los EE.UU. era el único futuro para la Argentina, y empezó a defender el capitalismo desenfrenado. la teoría económica del derrame, la dolarización. Dijo que la opción de este país era el capitalismo o el socialismo. Le preguntamos cuándo había empezado a coincidir con Alvaro Alzogaray. "No coincido con Alzogaray. En mi reputa vida voy a coincidir con la burguesía mezquina, comisionista, miserable, que odia a los humildes. No tienen nada que ver conmigo", remarcó.
Parecía un discurso contradictorio. Se lo advertimos. Lo rechazó con violencia. Sacó un arma y la colocó sobre la mesa. Era una Glock negra, 40 de pulgada. El equivalente a una 10 milímetros. En la otra mesa había cinco mujeres estilo Martha Oyhanarte, que seguían tomando el té.
-Poneme el fierro en la cabeza ahora. No estoy borracho -dijo Galimberti.
Siguió con un discurso duro por cinco minutos. Empezó a insultar a ex guerrilleros que forman parte de la izquierda argentina.
-No les crean no están dispuestos a morirse por lo que dicen. Les tirás una bomba de talco y no queda ninguno. Van a morir de artritis. Son unos payasos.
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