Ernesto Tornquist
http://genealogiafamiliar.net/getperson.php?personID=I26613&tree=BVCZ
1880 fue un año decisivo en el crecimiento de Tornquist que corría a la par del crecimiento del país. Se había hecho muy amigo de Julio Argentino Roca, ministro de Guerra de Avellaneda. Viendolo tan preocupado por el problema de los malones, cada año más frecuentes, Tornquist lo terminó de convencer de que para sus planes de buena administración y progreso era imprescindible solucionar de alguna manera el problema indígena. Según se decía, "Buenos Aires con malones vale 10. Sin malones vale 100".
La controvertida Expedición al Desierto dejó libres miles de hectáreas fértiles o aptas para pastoreo. Las tierras se pusieron en venta o se dieron de recompensa a militares y proveedores del Ejército. La mayoría no quiso o no pudo conservarlas y las vendió a quienes creían en el porvenir del campo. Fue la gran oportunidad para Tornquist que, hasta entonces no tenía propiedades: alquilaba casa y oficina.. El 8 de abril del 80, antes de que se terminara la Campaña, compró sus primeras tierras al sur de Buenos Aires. Los cuatro años siguientes siguió comprando tierras a sus antiguos propietarios. Eran unas diez mil hectáreas donde funcionaron las estancias "Manantiales" y "La Ventana"
La revolución del 80 terminó con la victoria del gobierno nacional y el triunfo político de Roca. Se sancionó la ley de federalización de Buenos Aires y culminaron así los dos conflictos: la cuestión Capital y la cuestión presidencial. Roca cumplió con su lema "Paz y Administración". En su presidencia comenzaron los grandes logros materiales de la Argentina moderna. Tornquist era también uno de sus asesores
Por entonces apareció petróleo en Mendoza. Ernesto viajó a Europa para asesorarse sobre las posibilidades de industrializarlo. Al poco tiempo su empresa construiría el primer oleoducto que funcionó en Argentina.
http://es.wikipedia.org/wiki/Conquista_del_Desierto
- Ataques a tolderías con mujeres y niños solos en momentos en que los hombres adultos estaban en otras partidas.
- Un campo de detención en Valcheta (Línea Sur de la actual provincia de Río Negro) con alambres de púas de tres metros de alto para encerrar a gente que acababa muriendo de hambre por no tener alimentos.
- Toma de prisioneros, traslados forzosos a pie hasta Carmen de Patagones (un puerto en la desembocadura del río Negro), en donde los embarcaban a Martín García (una isla en el río de la Plata enfrente de Buenos Aires). Estos traslados podían ser de hasta de mil kilómetros y exterminaron a miles de personas, ya que se mataba a los que no caminaban.
- Traslados forzosos de familias a otro sitio del territorio ocurridos después de la campaña por la “policía de frontera”.
- Un segundo campo de detención en Martín García. Allí tuvieron que habilitar dos cementerios especiales en 1879.
- Separación de las familias.
- Cambios de nombres, de manera que no se pudiera reconstruir la historia familiar.
- La cifra de muertos varía mucho. Según los bajistas (apoyados por las cifras oficiales) los indígenas que vivían en esas tierras eran 29.000 personas y para los alcistas (apoyados por organizaciones indígenas) eran 150.000 indígenas.[9] Según se estima, con la conquista murieron 14.000 a 55.000 nativos, y al resto o se los redujo en reservas o se los separó de sus familias y culturas. Según los más alcistas murieron 100.000 indígenas (incluidos también a los que cayeron en la Pacificación de la Araucanía en Chile).[10
El reparto del “desierto”
El avance final sobre los dominios aborígenes dejó disponibles millones de hectáreas de tierras fértiles que el Gobierno Central no tardaría en adjudicar.La escritora Silvia Cristina Mallo en su trabajo "Quien se quedó con el desierto" (Todo es Historia Nº 144 - mayo de 1979) nos aporta un poco de luz acerca de cómo se originó la tenencia de la tierra posterior al exterminio y/o confinación de los aborígenes: "Cumpliendo con lo dispuesto por el Congreso Nacional por ley del 13 de agosto de 1867 que ordenaba la ocupación de los territorios entre los meridianos V y X y los ríos Negro y Neuquen, fijando la frontera sur con el Indio y autorizando inclusive la utilización del crédito nacional, se dictó la ley Nº 947 del 8 de octubre de 1878 reglamentada el 17 del mismo mes. Esta autorizaba a invertir, para financiar la campaña, un millón seiscientos mil pesos fuertes reunidos por suscripción pública por medio de cuatro mil títulos de cuatrocientos pesos fuertes pagaderos en cuatro cuotas, imputándose el gasto al producido de las tierras conquistadas, incluidas aquellas que las provincias, a las que fijaban los límites, cedieran sin afectar su jurisdicción". ( ) "El valor de cada título equivalía a una legua cuadrada de tierra enajenándose en manos de un mismo propietario un mínimo de cuatro leguas cuadradas y un máximo de doce". Las regiones mas apetecidas de todo el territorio cuya enajenación se disponía en virtud de esta ley, fueron las del oeste de la provincia de Buenos Aires, sur de Córdoba y este de La Pampa cuya calidad era más conocida y el acceso más seguro".
Las tierras públicas fueron divididas en cinco secciones. La zona del actual Partido de General Villegas quedó comprendida dentro de la Primera Sección (perteneciente a Córdoba), que a su vez fue dividida en nueve partes y en lotes de 10.000 hectáreas cada uno.
El 31 de marzo de 1881 el plano de la mensura de la Primera Sección fue aprobado y a partir de esa fecha se adjudicaron las tierras.
El 31 de marzo de 1881 el plano de la mensura de la Primera Sección fue aprobado y a partir de esa fecha se adjudicaron las tierras.
Límites definitivos de las provincias
Los límites definitivos entre las provincias de Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires recién fueron fijados en marzo de 1882. En 1884, en el punto que señala el vértice de confluencia de las tres provincias, se levantó una columna de hierro fundido.
Los nuevos dueños de la tierra
Como producto de la ley citada, la tierra tuvo nuevos propietarios. Algunos de ellos en nuestra zona fueron:
Los siguientes lotes (Fracción G) están comprendidos en el actual Partido de General Villegas .
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| Emilio Bunge |
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http://www.paginadigital.com.ar/articulos/2006/2006prim/educacion5/estudio-desierto-viernes-040806.asp
Estudio sobre "Campaña del Desierto" confirma genocidio contra mapuches
Trabajo de la Red de estudios sobre genocidio de la política indígena en Argentina confirmó la existencia de un plan para exterminar a los Mapuche y otros pueblos indígenas en tiempos de la denominada "Campaña del Desierto" en Argentina. "Reivindicar la Campaña del Desierto sólo como una epopeya militar y en términos de progreso y conformación del Estado cierra y deja en el olvido muchos temas", advierten sus autores. Una entrevista, gentileza de Diario Río Negro.
Por Leonardo Herreros
Entrevista con Diana Lenton y Walter Del Río
Un estudio realizado por los investigadores Diana Lenton y Walter Del Río confirma que existió en Puelmapu el objetivo de exterminar al pueblo mapuche en tiempos de la denominada "Campaña del Desierto". Analizando la Carta contra el Genocidio de la ONU y diversos registros históricos, los autores documentan el exterminio de poblaciones civiles, la separación de familias para ser usados como esclavos, campos de concentración y arbitrariedad y corrupción con las tierras.
Diana Lenton es antropóloga social, docente e investigadora de la UBA. Se especializó en antropología histórica y política. Su tesis doctoral analiza las políticas indigenistas y el discurso político sobre indígenas en el estado nacional en los últimos 125 años. Escribió “Cartografías argentinas”. Walter del Río es historiador, magister en Etnohistoria de la Universidad de Chile y doctor en antropología . Es becario del Conicet y se desempeña en la sección antropología y etnografía de la facultad de Filosofía y letras de la UBA. Escribió recientemente el libro “Memorias de la expropiación. Sometimiento e incorporación indígena en la Patagonia (1872-1943)”.
Ambos investigadores participan actualmente en la “Red de estudios sobre genocidio de la política indígena en Argentina”, que reúne e intercambia información entre grupos de investigadores de Buenos Aires, cinco o seis organizaciones de militancia indígena y otras académicas, como la del Comahue, la de la UBA, pero está planteándose todavía cómo se articula. Hay una articulación nacional con la población indígena. Documentos espantosos, no fueron excesos, sino un proyecto nacional.
Cuando se les consulta el porqué hablar de genocidio en esa época, Del Río es enfático en señalar que “primero y principal es hablar y pensar en términos históricos que hoy estaban cerrados. La definición de genocidio permite ver los hechos de un país que se construye sojuzgando a los que entiende como diferentes y cómo se maneja esa diferencia, eliminándola y construyendo una historia nacional de la cual algunos quedan excluidos. Reivindicar la Campaña del Desierto sólo como una epopeya militar y en términos de progreso y conformación del Estado cierra y deja en el olvido muchos temas. Hablar de genocidio genera tanto ruido que es positivo, porque habla y se piensa en la historia de otra manera". A continuación, una entrevista con los autores.
- ¿Cuál es su enfoque de estudio sobre la Campaña del Desierto?
–Walter del Río: Trabajamos como una red que nuclea a gente que trabaja desde distintos sectores en la memoria y documentación sobre determinados hechos históricos ignorados de la Campaña del Desierto y posteriores, sobre el genocidio indígena, incorporando documentación que no era tenida en cuenta para describir hechos además de la memoria oral, de las personas que vivieron los hechos que se transmitieron por generaciones...
–¿Qué documentaciones se omitieron?
–W.D.R.: Si uno va a los archivos históricos documentales, hay poco pero hay documentación, mucha de ella consultada a veces por gente que dice que no hubo genocidio y sin embargo los datos están ahí.
–Diana Lenton: Por ejemplo, trabajamos con copias de publicaciones que hizo el diario “La Nación”, cartas editoriales, es decir la palabra de Mitre. En un artículo de ese diario el 16 y 17 de noviembre de 1878 denuncia la actuación de Rudecindo Roca (hermano de Julio) en San Luis con una matanza de 60 indígenas desarmados y lo califica de “crimen de lesa humanidad” en medio de las campañas. Están los partes militares, que tampoco han sido estudiados a fondo y dicen cosas terribles. De allí sale el secuestro de chicos, la matanza de prisioneros, la violación sistemática como arma de guerra. La prostitución forzada como botín de guerra de los soldados era algo fomentado desde los mandos.
–¿Es aplicable en la Campaña del Desierto la noción de genocidio, más allá de reconocerse desigualdad militar y matanzas terribles? Algunos historiadores dicen que es una categoría posterior y no aplicable.
–D.L.: Seguimos el modelo de la Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio de Naciones Unidas, de 1948, que se aplica al genocidio nazi que fue anterior. La carta también se aplica al genocidio armenio de 1915... se puede aplicar retroactivamente. No evaluamos los resultados, porque algunos dicen que se no se exterminó a toda la población indígena, pero el genocidio nazi también fracasó en exterminar a todos lo judíos y no por eso es menos genocidio. Porque la definición se da por el proyecto, no por resultados, la intencionalidad de acabar con un pueblo. Hay un proyecto genocida.
–¿En dónde se enuncia, en dónde se especifica algo similar a la “solución final” de los nazis? ¿Hay algún discurso, algún documento?
–D.L.: Por empezar en el discurso político, en el Legislativo de la época en donde se habla directamente de “exterminar a los indios salvajes y bárbaros de Pampa y Patagonia”; y con las prácticas que se producen, pequeñas algunas, pero que se suman. El art. 11 de la carta de ONU te habla de genocidio primero como “acciones de un Estado contra sociedad civil” y esto se cumple, porque las mayores acciones militares no eran entre grupos de soldados o guerreros de dos bandos, sino que en muchos casos el Ejército atacó a sabiendas tolderías vacías de hombres adultos porque estaban en otras partidas, con mujeres y chicos solos. Eso lo cuenta el propio general Conrado Villegas. En la memoria del Ministerio de Guerra y Marina de 1881 dice “sabemos que el indio es como el tero, que en un lugar grita y en otro tiene el nido. Nosotros sabíamos que los indios de tal cacique estaban apostados en tal lugar entonces fuimos a la toldería e hicimos tanto de botín, de mujeres y ‘chusma’” ( lenguaje que designaba a mujeres y niños).
Parece que los objetivos no estaban en los guerreros indígenas sino en la población civil. La otra parte de la definición de genocidio habla de “actos perpetrados con la intención de destruir total o parcialmente a un grupo étnico, racial o religiosos como tal”. Y la forma sistemática en que fueron atacando después de finalizada la campaña y la resistencia indígena, con partidas de policía contra la familias que habían quedado, lo ratifican. Los partes de Villegas mencionan casos de “persecuciones de a pie”. ¿A qué clase de población guerrera persigue un soldado a pie? A heridos, viejos, chicos, etc. Otra parte de la definición de ONU habla de “matanza de miembros de grupo, lesión grave a la integridad física y mental”. Gran parte del exterminio no se dio en campos de batalla sino con prácticas de tomarlos prisioneros, haciendo traslados a pie hasta Carmen de Patagones, en donde los embarcaban a Martín García. Ese cruce por la Patagonia a pie exterminó a miles de personas, porque mataban a los que no caminaban, mujeres que tenían a sus hijos en el campo, iban todos encadenados, etc. Había más muertes por esos traslados que en las batallas. Otra parte es “sometimiento intencional del grupo, condiciones de existencia que hallan de acarrear destrucción física total o parcial”. Allí está el tema de los campos de concentración.
–¿Campos de concentración en 1879?
–W.D.R.: Sí. En Valcheta, por ejemplo, se registran campos de concentración con alambres de púas de tres metros de alto, con gente muriendo de hambre por no tener qué comer. Eso se lee en las memorias de los viajeros galeses, por ejemplo. Esas mismas memorias de los viajeros que se usan por los historiadores oficiales para hablar de lo lindo que fue la inmigración, pero en algunas páginas del libro “John Evans, el Molinero”, se habla de esto y nadie le presta atención.
–D.L.: Después de la campaña y la derrota indígena entra en acción la “policía de frontera”, que detecta a una familia indígena y la deporta a otro sitio del territorio. Por Martín García, que funcionó como gigantesco campo de concentración, pasaron miles. Se habla de entre 10 y 20.000. Tuvieron que habilitar dos cementerios especiales en 1879, lo que da una idea de la magnitud de lo que pasó.
–¿Qué otras políticas se toman?
–D.L.: Otra parte de la definición de ONU es “medidas destinadas a impedir nacimientos en el grupo”. De los partes militares mismos salen las medidas de separar a las mujeres de los varones, el traslado por fuerza de niños de un grupo a otro... Les cambiaban el nombre de tal manera que muchos saben que tienen ascendencia indígena pero no pueden reconstruir su historia familiar porque a su antepasado le pusieron Juan Pérez.
–Se centran las críticas en el general Julio A. Roca, pero las campañas contra los aborígenes comenzaron antes, ya con Rivadavia contra los Ranqueles, Juan Manuel de Rosas en La Pampa...
–Es verdad. Se sabe que desde el gobierno de Martín Rodríguez en provincia de Buenos Aires, incluso antes de Rivadavia, década de 1820, se hablaba de exterminio. El ya decía “primero exterminaremos a los nómades y luego a los sedentarios”, textual. El proyecto genocida viene de antes de Roca, pero lo que consigue Roca es el consenso nacional de todos los sectores para hacer la Campaña del Desierto. En ese momento se juzgó indispensable. Se consolida el Estado nacional con la derrota de caudillos provinciales, se pacifica el país y se piensa en extender la frontera al Sur y al Norte. Probablemente si la hubieran hecho 20 años antes hubiera sido más o menos lo mismo. Nos centramos en Roca porque precisamente es el símbolo de la historia oficial, el prócer con el que las clases dominantes se exaltan a sí mismas y es por eso que les molesta tanto que se toque a este prócer. También estaba Avellaneda, pero pocos se acuerdan de él. Roca es el símbolo, el que construyó una nación con estos parámetros.
–¿En esa época los políticos estaban en condiciones intelectuales de entender la idea de genocidio, con el darwinismo, el positivismo, la idea generalizada de llevar “la civilización” a todo el territorio, de ver a los pueblos originarios como obstáculo a esta civilización? ¿Había intelectuales y políticos que se opusieron?
–D.L.: Bueno esa expresión es la ideología hegemónica de la época, está bien conocerlo como contexto. Pero toda idea hegemónica tiene opositores, incluso dentro de la propia elite, que cuestionaba esta política de exterminio. En la época ya se planteaba políticas más integracionistas, de colonización pacífica. Antes de la Campaña del Desierto había una coexistencia conflictiva, el gran problema de la frontera en donde se mataban unos a otros, pero también casos de comercio y convivencia pacífica, que luego fueron negados o minimizados. Aristóbulo del Valle en 1884, cuando la campaña ya había llegado al Río Negro (1879) pero se estaba desarrollando la campaña del Nahuel Huapi, se opone duramente a un intento de Roca por hacer una campaña similar en el Chaco. Allí denuncia: “Al hombre lo hemos esclavizado, a la mujer la hemos prostituido, al niño lo hemos arrancado del seno de la madre. En una palabra, hemos desconocido y violado las acciones que gobiernan las acciones morales del hombre”. Otros políticos que habían apoyado la campaña en la Patagonia se oponen a la del Chaco, porque esto había sido una barbaridad. Le costó un esfuerzo con campaña ideológica y otros medios como el reparto de tierras para acallar las críticas y la oposición. Aristóbulo del Valle representaba a los ganaderos y quería que se expandiera la frontera, pero cuestiona el método.
–¿La Iglesia?
–D.L.: La Iglesia era un gran aliado del gobierno, pero congregaciones como los salesianos tuvieron grandes conflictos con el sector militar, porque los salesianos querían convertirlos y formar colonias agrícolas, pero se opusieron al traslado masivo de poblaciones. El Ejército separaba a las familias y llevaba a los varones esclavizados a la zafra en el norte tucumano y a las mujeres y niños al servicio doméstico en las ciudades. Eso para la Iglesia era intolerable por su defensa de la familia.
–¿Y desde las regiones?
–D.L.: También. Olascoaga, por ejemplo asesoraba a Roca en temas militares. Pero cuando fue designado gobernador del Territorio de Neuquén, tenía la idea de retener a la población indígena en el territorio, porque les reconocía un gran potencial productivo y de ocupación del espacio. Consideraba que los mapuches agricultores eran muy trabajadores y que no era necesario llevarlos a todos a Martín García y darle la tierra a los ingleses. Pero esa parte a Olascoaga no se lo escucha, se rechaza su proyecto de colonias indígenas, Roca prefiere hacer otras. Tenían otras posibilidades, no se hizo porque no se quiso.
–Siempre se debatió el tema humanitario, las atrocidades, etc. Pero ustedes agregan otro: ¿hubo corrupción en la Campaña del Desierto?
–D.L.: Negociados, claro que sí. Por ejemplo, había un empresario que era Ernesto Tornquist. Era el encargado de las provisiones y hubo cantidad de negociados. El mismo transporta los indios prisioneros como esclavos a la zafra tucumana porque él mismo era accionista de ingenios y recibía mano de obra gratis. Los ranqueles fueron mano de obra gratis por años como resultado de la campaña en La Pampa y él se encargó de ese reparto. La mayoría de los ministros de Economía de Roca tenían relación con las empresas de Tornquist.
–W.D.R.: El comandante Prado, que participó de la campaña y la apoyó, denuncia en sus memorias que los soldados vivían muertos de hambre, con sumarios a soldados por comerse velas de sebo de los entierros. En los debates en el Congreso se denuncia que un soldado argentino de la época costaba hasta 5 veces más que un soldado alemán equipado en Alemania, pero se moría de hambre. Es decir, fondos que nunca llegaron a destino.
–¿Y con el reparto de tierras?
–W.D.R.: Se concesionaban enormes extensiones para colonización por poco dinero, luego se levantaba la obligación de colonizar y pasaban a latifundistas que en meses formaban compañías comerciales entre concesionarios vecinos, algo prohibido por ley. Ese caso es por ejemplo el de la Compañía de Tierras del Sur Argentino, hoy adquirida por Benetton. Meses después de nueve concesiones distintas para ser parceladas para colonias, terminaron formando una sola compañía de capitales británicos sobre más de 600.000 hectáreas. Todos en contra de la ley de la misma época. Está todo en la escribanía de la Nación. Se encontraron mecanismos para burlar todos los controles legales.
–D.L.: La guerra se hizo con el pretexto de proteger los “pioneros en las fronteras”, pero ellos no entraron en el reparto. No se consideró a los sufridos antiguos pobladores fronterizos ni a los indígenas que quedaban, lo que se hizo fue crear un espacio vacío para grandes propietarios, estancieros bonaerenses o capitales ingleses.
–Algunos señalan que el destino de los pueblos originarios estaba sellado desde que el capitalismo descubrió la riqueza de estas tierras. Al mismo tiempo que Roca, el Ejército chileno avanzaba sobre los territorios mapuches del sur del Biobio y había interés de británicos por ocupar estas zonas. Es decir, si no eran Roca y el Estado argentino, iba a ser un extranjero con métodos similares o peores...
–D.L.: Esa postura no vale como argumento, porque es cierto que hay un gran ímpetu en esa época en esa dirección y también que si no era Roca era otro, pero eso no justifica lo que se hizo. Hay que tener cuidado con eso de las ideas de contexto. Porque dentro de 100 años quienes nos estudien dirán que en nuestra época se consideraba normal y era la idea dominante que los jubilados murieran de hambre y entonces todos estábamos de acuerdo, lo que primero no es cierto y en ningún caso justifica que se esté haciendo. Coincido con Osvaldo Bayer en la necesidad de una evaluación ética de la Historia. No tenemos por qué evaluar las acciones de Julio A. Roca con la ideología de Roca y tratar de rescatar otras / Azkintuwe.
Gentileza: volar [ volar@fibertel.com.ar ]
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1 comentario:
Si no hubiera sido por la Campaña del Desierto, la Argentina, tería un tercio de lo actual, y el resto ocupado por ingleses y franceses con el apoyo y aporte de chile. retrógada, y llena de mala fé, es tu "historieta", fulanita
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