martes, 16 de mayo de 2006

LOS YABRAN VIVEN EN MONTEVIDEO -FUENTE LA REPUBLICA

http://www.larepublica.com.uy/politica/210984-los-yabran-viven-en-montevideo


Llegaron hace ocho años, tras el suicidio del jefe del clan; viven rodeados de fuertes medidas de seguridad


Los Yabrán viven en Montevideo

Los tres hijos y la viuda del tristemente reconocido empresario argentino que se quitara la vida en 1998, Alfredo Yabrán, están -desde hace algunos años- en Montevideo, sumergidos en el casi total anonimato, rodeados de estrictas medidas de seguridad.



Dueños de una fortuna incalculable, desembarcaron en Carrasco en busca de paz y tranquilidad.

Dueños de una fortuna incalculable, desembarcaron en Carrasco en busca de paz y tranquilidad.



Viven en exclusivas mansiones y se movilizan en vehículos con vidrios polarizados, mientras que terceros administran la incalculable fortuna familiar que aún mantienen en Argentina, según publicó el suplemento de investigación "El Observador", del diario argentino Perfil.



El artículo escrito por la periodista Paulina Maldonado desde la capital de nuestro país, incluye detalladamente los movimientos de la familia del empresario, indicando que no son vistos en fiestas ni concurren a clubes, y cuando salen de compras no utilizan el apellido Yabrán sino el materno Pérez.



Otra de las medidas que han tomado es cambiar sus vehículos, ya que en vez de andar en Porche o Volvo 4X4, los que resultaban "demasiado llamativos", circulan en Audi polarizados.



La viuda de Yabrán está reformando -con la ayuda de un arquitecto y de un decorador italianos- una antigua casa enclavada en el corazón del barrio de Carrasco, la que tiene 1.000 metros cuadrados y 12 habitaciones, entre otras comodidades.



Por su parte, uno de los hijos, Pablo, vive junto con su esposa en una "imponente mansión" ubicada dentro del barrio privado de Manantiales de Carrasco, la que está casi siempre con las persianas bajas.



Allí también cuenta con los más altos dispositivos tecnológicos de seguridad, como cámaras, alarmas, además de ocho custodios.



Incluso construyó -con un costo de US$ 100.000- una "pannic room", que es una habitación hermética, con paredes blindadas, y otras comodidades que le permitirían a los que se encuentren dentro de ella estar varios días encerrados sin pasar problemas.



Entre tanto, Melina Yabrán y su esposo compraron a un famoso arquitecto uruguayo la casa de éste, que está en Jardines de Carrasco.



Mariano, el restante de los hijos del empresario, es el que está más cerca de lo negocios de la familia, ya que frecuenta las oficinas que poseen en Carrasco y en el Puerto.





Crónica de un camino sin retorno



Recordemos que el empresario argentino Alfredo Yabrán era propietario de un sinfín de empresas, aunque sólo reconocía ser el dueño del correo privado Oca SA.



Su negocios "espurios" salieron a la luz cuando en agosto de 1995 el en ese momento ministro de Economía argentino, Domingo Cavallo, acusó en el Parlamento a Yabrán de ser "el jefe de una mafia enquistada en el poder". En febrero de 1996 el fotógrafo de la revista argentina Noticias José Luis Cabezas le sacó -por primera vez- una foto al empresario, quien públicamente había declarado que detestaba ser fotografiado. En enero de 1997 aparece el cuerpo carbonizado del reportero gráfico, siendo el principal sospechoso el empresario citado, quien negó ante la Justicia en reiteradas oportunidades su vinculación con el hecho. En mayo de 1998, luego de que la Justicia ordenara su captura bajo la sospecha de haber sido el autor intelectual del crimen de Cabezas, Yabrán se suicidó dándose un tiro en la cabeza con una escopeta. *

domingo, 14 de mayo de 2006

EXXEL, NAVARRO, GALIMBERTI, Y LA CIA

http://www.clarin.com/suplementos/zona/2006/05/14/z-03415.htm




SERVICIOS PRIVADOS DE INTELIGENCIA


Espionaje vipEl retorno de los agentes de la CIA y el Mossad a la Argentina


Tras la crisis del 2001, vuelven al país las agencias privadas de Inteligencia.

Las dirigen espías de EE.UU. e Israel ya retirados. Investigan fraudes y protegen a empresarios de secuestros y micrófonos indiscretos. ¿También hacen espionaje industrial? Cuánto cobran y cómo trabajan.

Gerardo Young

gyoung@clarin.comFrank Holder, Hen Harel, Ross Newland, David Manners, Ariel Seipfetz y más. Son nombres que poco o nada dicen a los argentinos. Se entiende, porque todos ellos trabajaron en nuestro país como agentes secretos de los servicios de inteligencia de Estados Unidos o Israel. Ahora se dedican a un negocio casi tan sigiloso como sus viejas misiones oficiales: el de las agencias de seguridad e inteligencia VIP, un mercado exclusivo para ricos y poderosos.Empresarios o multimillonarios, embajadas, empresas de alta tecnología o mercados sensibles como los aeropuertos, los bancos o los servicios de comunicaciones, conforman las carteras de clientes habituales de estas agencias internacionales, cuyo mercado parecía haberse desintegrado junto a la crisis del 2001 y ahora retorna con toda la fuerza. Según dicen en las propias agencias, la facturación total de este negocio tan particular ronda hoy los 25 millones de dólares anuales. Compiten por esa torta dos agencias de origen estadounidense (Kroll y Holder), más una de origen israelí (SIA) y una cuarta que está por entrar al mercado y que reúne al empresario uruguayo Juan Navarro con un ex delegado de la CIA en Buenos Aires (Ver Navarro...)."Nuestra experiencia no parte de hipótesis de conflicto, sino de conflictos reales", grafica Ariel Seifetz, director de Inteligencia de la agencia SIA, integrada por ex agentes del Mossad y otros organismos de Inteligencia y seguridad de Israel. Esa experiencia de hombres criados en conflictos bélicos de primer mundo, es lo que venden estas agencias para diferenciarse de las empresas de seguridad domésticas. Y se traduce en los trabajos que hacen: custodias personales para millonarios; investigaciones sensibles sobre inversiones; auditorías de seguridad; controles de hackers; rastreos de lavado de dinero; detección de micrófonos ocultos; y también, aunque no lo admitan, espionaje industrial y político. Se presentan como "Agencias o consultoras" de seguridad e investigaciones, pero estas empresas están pensadas y estructuradas como los servicios de espionaje: compran informantes; se filtran en bancos de datos oficiales y privados; roban la basura de sus objetivos para revisar sus papeles más íntimos; hacen seguimientos personales y también, en algún caso, interfieren teléfonos o colocan cámaras ocultas. "Las capacidades existen y están disponibles. Que se haga o no, depende de lo que pida el cliente y del límite que pongamos nosotros", admite el directivo de una de las agencias.Entre los servicios que reconocen en público, ofrecen estudios de mercado para empresas extranjeras y asesoramiento a empresas locales para ingresar en negocios desconocidos. También ayudan a los empresarios a saber si tienen empleados desleales, qué está pasando en el Congreso con leyes que pueden afectar sus negocios o a anticiparse a licitaciones públicas y futuras medidas de gobierno que puedan perjudicarlos. Con mayor sigilo, también hacen investigaciones sobre empresas rivales, para lo que acceden a sus balances y, en algún caso, hasta se meten en sus sistemas informáticos.Las auditorías son otra pata importante del negocio. En la última elección legislativa, de octubre del año pasado, uno de los principales candidatos contrató a una de las agencias para que controlara a todos los que iban a tener contacto con los fondos de la campaña. Ni el candidato pudo saber en qué consistía ese trabajo, pero incluyó la intervención de correos electrónicos y hasta la colocación de un falso militante entre los auténticos, para poder controlarlos de cerca.Los valores del mercado son elevados porque sus clientes tienen cómo pagarlo y también mucho para perder. Para custodiar a un empresario top y a su familia, pueden llegar a cobrar un millón de dólares al año, si incluye la vigilancia de sus propiedades y planes de contingencia ante secuestros extorsivos u otras situaciones de riesgo. Esa es una de las especialidades de SIA, la agencia israelí, cuyo director, Hen Harel, fue jefe de seguridad de las embajadas de Israel en Brasil y en Rusia.Un clásico de estos últimos años son las auditorías de los servicios de seguridad en empresas y en countries. Para esto, las agencias cobran no menos de 1.000 dólares por día de trabajo. Pero no es sólo cuestión de ir y criticar a los pobres vigiladores que pasan horas en la entrada de los barrios más top. Una de las agencias citadas en este informe, se mete sin permiso en los countries que la contratan, saca fotos de las casas desde el jardín y a las mujeres tomando sol al lado de la pileta. "La mejor manera de comprobar un sistema de seguridad es vulnerarlo", se justifican. Ninguna empresa admite que coloca micrófonos o cámaras ocultas, salvo para espionajes de fraudes dentro de las empresas que los contratan. Pero todas, eso sí, se dedican a quitarlos. Un servicio, que cuesta unos 5 mil dólares por mes, consiste en limpiar de aparatos espías las salas de directorio de las grandes compañías. Pero hay una lógica contra la que no pueden las desmentidas: si encuentran micrófonos, es porque alguien los puso antes. ¿Quiénes? Hay ejemplos. La firma Kroll, hoy en día la mayor agencia de detectives del planeta, en el 2004 fue denunciada en Brasil porque se detectó que había pinchado teléfonos y seguido de cerca a dos de los principales ministros del presidente Lula Da Silva. El jefe de investigaciones de Kroll argentina, Matías Nahon, aseguró a Clarín que ese incidente "marcó un quiebre en la historia de Kroll" y que por eso "ya no se hace nada vinculado a la política".Frank Holder, ex hombre de la CIA en Buenos Aires, fue el precursor de este negocio en el país desde Kroll y este año abrió su propia agencia, Holder International. En el 2001, fue denunciado por el diputado mendocino Gustavo Gutiérrez, ya que Kroll lo había investigado por un supuesto desmanejo con subsidios provinciales. Para él, son apenas gajes del oficio.Los espionajes no se admiten pero los hay a montones. ¿Y qué hace el Estado? Todas las agencias consultadas por Clarín coincidieron en que no hay controles serios. "Se nos controla a través de la AFIP, como a cualquier empresa, y como empresa de seguridad se nos exigen controles sobre el personal de seguridad. Pero sobre las áreas de consultoría o investigaciones no hay requerimientos", reconoce Holder y coincide Nahon, de Kroll. En ambos casos, aseguran que a ellos les convendría un mayor control, ya que en el mercado existen muchas microempresas dedicadas al espionaje, menos famosas y, quizá por eso, más impunes.Tanto Kroll, como Holder International como SIA, tienen en común que están formadas por capitales extranjeros, que tienen sedes en distintas partes del mundo y que sus padrinos son, siempre, ex espías nostálgicos de la Guerra Fría. Kroll fue hija de ex agentes de la CIA desocupados después de la caída del muro de Berlín. SIA es invento de ex agentes del Mossad y Holder emula esas historias con la suya propia. A estas empresas se les sumará en breve una cuarta, Dilligence, que compró recientemente el empresario uruguayo Juan Navarro y que administra Ross Newland, un "gringo" que fue delegado de la CIA en Buenos Aires.¿Por qué llegan estas empresas a la Argentina? Según Hen Harel, director de la israelí SIA, "en todos los países industrializados hay al menos dos o tres agencias de este tipo. La pregunta sería, ¿por qué no en Argentina?". Holder también ve razones de oportunidad: "Hay más liquidez en Argentina, más inversión interna y externa, y muchas empresas cambiadas y cambiándose de manos. Es un lindo mercado".Kroll se estableció en 1996 y desde entonces se quedó, gracias a que tiene mayor respaldo internacional. Según Nahon, durante la crisis sobrevivieron trabajando para afuera. "Fue un buen negocio porque los costos nuestros eran en pesos. A partir del 2003, ya se empezó a reactivar fuerte el mercado interno".La crisis había desplazado a al menos dos agencias de estas características. Una era Universal Control, propiedad de ex agentes de la CIA en sociedad con Rodolfo Galimberti, ahora dedicada a los negocios de software. La otra era Smith Brandon, de ex directivos del FBI, que no soportó el desmadre económico. Pero aquí están, otra vez. Con sus informantes a sueldo, sus equipos de espionaje y de contraespionaje, sus historias repletas de misterio, listos para seguir acumulando aventuras de esas que no se atreven a contar.

EXXEL, NAVARRO, GALIMBERTI Y LA CIA

http://www.clarin.com/suplementos/zona/2006/05/14/z-03502.htm


SERVICIOS PRIVADOS DE INTELIGENCIA

Navarro invierte con socios de la CIA

Uno es empresario uruguayo; el otro fue jefe de la estación de la CIA en Argentina. Juntos montaron en Estados Unidos una agencia de seguridad e investigaciones, Dilligence, que ahora intentan instalar en la Argentina para competir en el mercado de las agencias de Inteligencia privada.La sociedad entre Juan Navarro, presidente del fondo de Inversión Exxel Group, y el ex CIA Ross Newland nació como un sueño hace casi diez años, cuando los presentó un amigo que tenían en común: el ex montonero Rodolfo Galimberti, fallecido en febrero del 2002.Desde aquellos años, para nadie cercano a la Embajada de Estados Unidos era ajena la amistad que cultivaron Navarro y Newland. Lo que nadie sospechaba era que juntos iban a relanzar la firma Dilligence, una empresa que Navarro compró en 16 millones de dólares. Dilligence opera en Estados Unidos como agencia de investigaciones y distribuidora de chalecos antibalas y blindados para autos. Pero 20 días atrás, Newland llegó a la Argentina para buscar clientes, con la intención de instalarse en Buenos Aires. "A Ross le gusta Buenos Aires. Es hincha de Boca, ama el asado. Se argentinizó", explicó un viejo conocido suyo. En el Exxel, consultados por Clarín, prefirieron no hacer comentarios.Newland fue el jefe de la base de la CIA en Argentina durante buena parte del gobierno menemista y parte del de la Alianza. Su salida fue de la peor forma: como derivación de una interna dentro de la SIDE, su foto salió publicada en la tapa del diario Página/12. La pérdida de invisibilidad, esencial para un espía, lo obligó a volver a Estados Unidos para terminar su carrera detrás de un escritorio. En su retorno a la acción, Newland no está solo. Sumó a David Manners, su mejor amigo y también un viejo conocido de Navarro y Galimberti. Manners, que fue jefe de operaciones de la CIA en Oriente Medio, en el año 2000 era presidente de Universal Control, la agencia de investigaciones que en ese momento administraba en la Argentina Galimberti. Universal Control ya no se dedica a la inteligencia, pero Manners está de vuelta. Con su amigo Ross, la billetera de Navarro y el padrinazgo, etéreo, de aquel montonero que se hizo menemista.