domingo, 25 de septiembre de 2005

BUNGE & BORN EL REGRESO

http://www.clarin.com/diario/2005/09/25/elpais/p-01810.htm




EL COLOR DEL DINERO

Bunge, del plan BB a la era Kirchner



Silvia Naishtat.

snaishtat@clarin.com



Aunque ellos dicen que nunca se fueron, lo cierto es que durante el menemismo, al que apoyaron desde sus inicios con dos figuras claves del holding, Bunge vendió casi todas sus empresas. En 1998, el mejor año de la convertibilidad, la multi argentina se desprendió de su nave insignia Molinos que quedó en manos del grupo Pérez Companc. Ese año embarcó apenas 800.000 toneladas de granos. Pero desde la devaluación las cosas parecen haber cambiado: hoy exportan 12 millones de toneladas y pelean el podio con Cargill.



Es llamativo. En el desastroso 2002 en White Plains, estado de Nueva York, el board decidió la inversión más importante de Bunge para el país: US$ 300 millones que comenzaron a cobrar forma la semana pasada en Ramallo, con un puerto y plantas de aceites y fertilizantes que dispone de la tecnología más moderna del mundo. La idea germinó cuando el país estaba en default y su riesgo superaba los 5.000 puntos. Pero las ventajas de un puerto sobre el Paraná, con un calado natural envidiable, desdibujaron rápidamente los temores.



Raúl Padilla, el jefe de Bunge, dice que Argentina siempre es difícil de explicar, aunque es más fácil si hay que enfrentar a un directorio lleno de argentinos. Entre ellos, Jorge Born junior, Octavio Caraballo, Carlos Braun, Bernard de La Tour y William Engels, pariente lejano del famoso filósofo amigo de Marx.



La tecnología del polo agroindustrial de Ramallo, basada en un software realizado por una pyme rosarina, es parte de los conocimientos que este gigante ya está exportando al resto de sus plantas desparramadas por el planeta.



Pese a que los márgenes en este sector son estrechos (4%), la filial argentina tiene para crecer: con US$ 2.500 millones sólo representa hoy el 10% de los negocios globales de Bunge.



Por eso no descartan nada. Sobre todo, cuando se prevé que los dulces precios actuales llegaron para quedarse al menos durante los próximos cinco años.

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